La triste realidad de la migración a Europa

Desde la II Guerra Mundial hasta ahora, según los sociólogos, Europa no había vivido un flujo migratorio de la magnitud numérica y el desastre humanitario que estamos viviendo. Este proviene mayoritariamente de Siria, Afganistán, Libia y algunos otros países de África. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en la última ola migratoria, al menos, 2.643 personas han perdido la vida intentando llegar a las costas mediterráneas, o a través de la frontera entre Turquía y Hungría.

Los motivos por los cuales los refugiados han huido de su lugar de origen son: la guerra Siria, el Estado Islámico, además de los problemas políticos y militares de estos lugares. La guerra civil y el conflicto militar del Estado Islámico se ha expandido y ha invadido gran parte de los territorios iraquíes y sirios en el que según informa ACNUR (Agencia de la ONU para los refugiados) se ha cobrado la vida de más de 230.000 personas y ha provocado que los sirios abandonen sus hogares. Son cifras estremecedoras que no pueden quedar solo como titulares de periódicos.

Estos motivos hacen que muchas personas abandonen sus hogares y migren hacia otros países buscando, en primer lugar, salvar sus vidas; y en segunda instancia, una vida más estable tanto para ellos como para sus familiares. La migración, vista desde esta perspectiva, es un proceso realmente complejo. Los inmigrantes o refugiados son personas, que por fuerza, son desarraigadas y desconectadas de sus lugares de origen por los problemas sociales existentes en sus países. La migración implica situaciones de riesgo en las que los refugiados tienen que sortear un sinnúmero de peligros y amenazas llegando a ser víctimas de mafias relacionadas con la trata de blancas o el tráfico de seres humanos.

Teniendo en cuenta esto, la llegada masiva de refugiados a Europa ha enfrentado a las autoridades europeas en busca de soluciones y ayuda ante tal realidad social, dejando al descubierto que Europa no estaba preparada para presentar una solución, como mínima, humanitaria y socialmente relevante. Debemos centrar nuestras miradas y reflexiones al análisis profundo de este tema para dar una respuesta contundente contra las mafias del tráfico de seres humanos, a la trata de blancas y cualquier otra forma de esclavitud del siglo XXI.

Como cristianos que somos debemos ayudar al prójimo, ser voluntarios, tener presente en nuestras oraciones a las personas que están mal y en esta situación. Comprometernos a ser compasivos con los que más lo necesitan. La compasión de los cristianos con las personas que sufren obliga a buscar formas efectivas de la misión integral en el mundo globalizado. Es significativo que en los evangelios, las curaciones y milagros del Señor Jesús, en primer lugar son señales de la venida del Reino (véase Mateo 9.6) y también, son valiosos por el bien que hace en los necesitados.

Otra vez, los cristianos deben aprender a practicar la hospitalidad, que es un testimonio poderoso de Cristo en el mundo de los migrantes. Con esto se cumple de forma muy concreta el gran mandamiento de amar al prójimo como a uno mismo y a la vez confirma la dignidad de cada persona. Un desafío concreto de esa hospitalidad es la preocupación por los hijos de los inmigrantes y su educación. Únete con nosotros a orar por este fenómeno migratorio para que Dios tenga misericordia tanto de los que llegan como de los que ya estamos en Europa. Que la Iglesia encuentre en este suceso una oportunidad para mostrar el amor de Dios a todas las naciones.

Deja un comentario