Encerrados en un claustro o enviados hacia afuera?
¿Cómo debemos ubicarnos como individuos y congregaciones dentro de nuestras comunidades y ciudades?
Cada creyente es misionero en su familia, en su trabajo, con sus colegas, y cada congregación es misional en su ciudad y comunidad. Pero, ¿cómo vivimos de esta manera?
En esta breve serie, adaptada del trabajo de Alan Hirsch en su libro Caminos Olvidados, desarrollo una postura misional basada en las 5 P: Presencia, Proximidad, Participación, Pasión y Proclamación.
La primera P es la Presencia. Según el Diccionario de la Lengua Española, presencia se define como «asistencia personal». Si no asistimos, si no nos presentamos personalmente en la vida de los demás y como congregaciones en las actividades cotidianas de nuestras comunidades locales, ¿cómo podemos vivir la misión de Dios?
Tomamos como punto de partida la encarnación de Jesús: Dios presente con su creación. Jesús caminaba por las mismas calles que la gente, frecuentaba la sinagoga y se hizo notable por su presencia allí, predicando, haciendo milagros, etc. Jesús estaba presente con la población, habitando entre ellos.
Para vivir misionalmente, debemos habitar entre la gente. Debemos dejarnos ver entre nuestros vecinos (incluso aquellos con los que no nos llevamos bien), ser visibles en nuestros hogares y dar lo mejor de nosotros en nuestros trabajos. Como congregación, debemos mirar hacia las calles de nuestra comunidad y no escondernos, dejando una huella en el barrio.
La postura misional no es «paracaidista», lanzando predicaciones y luego yéndose como si nunca hubiéramos existido. La postura misional no es un proyecto. La misión de Dios es amar a las personas con sinceridad y vivir una fe transparente.
Presencia es solo la primera P. ¡Aún hay 4 más!
Pero primero, para vivir misionalmente, debemos estar presentes.
____
Kevin es misionero de SEPAL y Mesa Global, director de Avance España, líder de adolescentes en su iglesia y misiólogo urbano.